martes, 10 de septiembre de 2013

El ENIGMA ALMAGRO



Fenómenos poltergeist en un edificio malacitano.


Todo empezó con un crack.
Calle Almagro, 1. 24 de mayo de 2013. 9:00 horas.
María García, portera del edificio y vecina del 5ºD, comenzaba su jornada de trabajo siendo sorprendida por la rotura de varias bombillas a su alrededor en la planta baja. Aunque miró hacia arriba por inercia, sabía perfectamente que no había en el techo lámpara alguna. Es más, las mencionadas bombillas ni siquiera parecían caer, sino más bien materializarse en el momento de impactar con el suelo.
Alertados varios vecinos, se congregaron muchos de ellos en el portal, entre ellos Francisco Delgado, del 2ºF, o Trinidad Quintana, del 2ºB, siendo testigos de un amplio abanico de fenómenos extraños que duraron hasta las dos de la tarde. Hasta ese momento, fueron más de veinte las personas que percibieron las anomalías: un cuadro atornillado a la pared que se desprendió, una estantería y un armario que se descolgaron en la sala de contadores, una claraboya que estalló al materializarse en su interior una llave inglesa, y un hueco cóncavo que apareció en el techo, a más de tres metros de altura, después de oírse un tremendo golpe.
Mientras esto pasaba, distintos plafones de luces iban estallando en algunas otras plantas, apareciendo los restos de cristales, curiosamente, en niveles diferentes.
Ni la policía ni los bomberos, que acudieron al lugar, pudieron hacer nada por desvelar el enigma.
La historia no terminó aquel 24 de mayo, ya que desde entonces se han producido otras anomalías, como el televisor del bar adjunto al edificio, que se descolgó y cayó pesadamente al suelo, o como algunas ventanas que reventaron solas en diferentes plantas.
  Pero más intrigante aun es volver la vista atrás en el tiempo, no solo al día anterior al de los sucesos, cuando unas voces misteriosas llamaron a la conserje desde el portero automático o la escalera. Y es que los fenómenos extraños en el número 1 de la calle Almagro se remontan mucho más atrás en el tiempo, posiblemente desde el propio levantamiento del edificio: vecinos que han vivido experiencias insólitas en sus casas (principalmente movimientos de objetos), viviendas vacías donde en mitad de la noche se oían golpes y arrastrar de muebles inexistentes, etc., hace 5, 10, 20, 40 años.
  Hay vecinos que abogan porque la explosión de sucesos de los últimos días está relacionada con la presencia en el edificio de unos nuevos inquilinos, que tal vez actuaron, inconscientemente, como potenciadores de la energía ya reinante en el enclave, un enclave, por cierto, ubicado sobre un cementerio musulmán y sobre corrientes de aguas subterráneas, donde parecen existir curiosas anomalías electromagnéticas. En definitiva, un caso aún abierto que de seguro nos deparará más de una sorpresa.Un sexagenario edificio del añejo barrio malagueño de la Victoria, ha dejado despavoridos a una veintena de vecinos que habitan el bloque de sesenta y seis viviendas denominado Almagro. Hechos incomprensibles, pero a la vez pavorosos, acontecieron durante toda la mañana del pasado 24 de mayo.
  Todo empezó a las nueve  de la mañana cuando María García, conserje del edificio y propietaria de una de las viviendas de Almagro nº 1, procedió a la apertura y limpieza del portal comunitario. El día anterior, una lejana voz parecía llamarle desde el "telefonillo" del edificio: "María ayúdeme... María... María..."
  Sea como fuere y sin saber muy bien su procedencia, la Sra. García se vio sorprendida por una lluvia de bombillas. La primera impactó a escasos centímetros  cuando se encontraba en la zona más cercana a la puerta que da acceso del edificio. Pero ahí, en ese punto y en ese techo, no existía ni existe plafón o lámpara alguna desde donde pudiera proceder. Su pavor acababa de comenzar pues, desde ese instante, desagradables sonidos de roturas de cristales retumbaron por todo el portal. Confusa por la situación, acertó a llamar a su mentor, amigo y vecino Francisco Delgado.
  Pero cuando el Sr. Delgado llegó al portal, ya eran casi una decena los vecinos que se habían congregado en la portería alertados por los desconcertantes y estruendosos fenómenos.  “Las bombillas reventaban a nuestro alrededor con una fuerza insólita. Pero no se veían caer, más bien se materializaban en el momento exacto del impacto. El suelo se convirtió pronto en una selva de cristales”, nos confirma Francisco.
  Los minutos pasaban y cada vez más vecinos eran victimas y testigos de estos fenómenos. María se dispuso a recoger los milimétricos restos de cristales que se esparcían hasta los límites del recinto comunitario mientras los comuneros especulaban con hipótesis más o menos coherentes. ¿De dónde procedían esa bombillas? ¿Cómo era posible que algún bromista las estuviera lanzando sin ser visto? Y entonces, surgido de la nada, el portal fue estremecido por un gran estruendo: la claraboya que preside el mismo había estallado en pedazos... sobre los añicos restos de la misma, yacía una inmensa llave inglesa que, minutos antes, colgaba ordenada en el cuarto de contadores. 

 




Ref:003

No hay comentarios:

Publicar un comentario